En el corazón del suroccidente de Bogotá, entre la urbanización desenfrenada y la indiferencia institucional, se encuentra el Humedal Vaca Sur. Este pequeño pero vital ecosistema, ubicado en la localidad de Techotiva mal llamada Kennedy, ha sido escenario de una lucha constante por su preservación. Es una historia que entrelaza el trabajo incansable de una comunidad liderada por mujeres, como la Fundación Grupo Banco de Semillas, y la determinación personal de diversas personas que habitan el territorio por conservar los últimos relictos de lo que fue la gran laguna de la sabana de Bacatá. Algunas de estas personas se han convertido en referentes en liderazgo ambiental como Diana Castro, una habitante del barrio El Amparo que creció junto al humedal y que vio como se deterioraba este espacio de vida y decidió tomar acciones para evitar esta pérdida.
Una infancia marcada por el humedal
Diana recuerda con nostalgia los días de su niñez en El Amparo. “Le llamábamos el Potrero”, cuenta. Durante las lluvias, el terreno se inundaba y formaba una laguna temporal. En esos momentos, el canto de las ranas despertó su curiosidad. Fue en la secundaria cuando comprendió que ese espacio era mucho más que un lote baldío; era un humedal, un ecosistema fundamental para la biodiversidad y la regulación hídrica de la ciudad.
Sin embargo, durante los años 90 y principios de los 2000, el humedal sufrió los embates de la urbanización descontrolada. Lo que alguna vez había sido un espacio natural se convirtió en un parqueadero ilegal y en un punto crítico de basura e inseguridad. Diana, todavía adolescente, observaba cómo el humedal perdía su identidad. Pero esta transformación también la impulsó a unirse a otras personas preocupadas por la situación.
El nacimiento de una lucha comunitaria
En esos años, Diana conoció al colectivo Simbótica, que promovía la recuperación del humedal. Se unieron en jornadas de limpieza y sensibilización comunitaria, buscando restaurar lo que quedaba del ecosistema. Pero la tarea era titánica, los escombros, los incendios intencionales y el desinterés de las autoridades dificultaron el avance. La incredulidad de los vecinos también era un obstáculo. “Pensaban que era mejor convertirlo en un parqueadero o una cancha de fútbol porque eso parecía más útil y seguro”, recuerda Diana.
A pesar de las adversidades, la comunidad perseveró. Entre 2002 y 2010, las acciones de sensibilización y restauración se intensificaron. Pero fue a partir de 2017 cuando el esfuerzo comunitario encontró un aliado clave: la Fundación Grupo Banco de Semillas. Este colectivo, conformado mayoritariamente por mujeres de la localidad, lideró una nueva etapa de la lucha, centrada en la restauración hidrológica y ecológica del humedal gracias a la experiencia adquirida en este mismo proceso en el sector norte del humedal La Vaca.
El papel de la Fundación Grupo Banco de Semillas
La historia del Humedal Vaca Sur no puede entenderse sin la labor de la Fundación Grupo Banco de Semillas. Fundada por mujeres comprometidas con la protección del medio ambiente, la organización tomó las riendas de un proceso de recuperación que había quedado estancado por años. En 2017, la Fundación logró que instituciones como la Alcaldía Local de Kennedy y la Secretaría Distrital de Ambiente se unieran al proyecto, después de presentar varias ponencias en la alcaldía menor de la localidad. El trabajo comenzó con el cierre de parqueaderos ilegales y la remoción de más de 33.000 metros cúbicos de escombros. En octubre de ese mismo año, algo milagroso ocurrió: al excavar el terreno, el agua comenzó a brotar nuevamente, restaurando el espejo de agua que había desaparecido. “Fue un momento emocionante, como si el humedal nos estuviera diciendo que aún podía renacer”, relata Dora Villalobos, representante legal de la fundación.
Desde entonces, la Fundación ha liderado la siembra de más de 3.300 árboles y la regeneración de vegetación acuática. Estas acciones han permitido el regreso de aves migratorias, anfibios y otras especies nativas, convirtiendo al humedal en un refugio para la biodiversidad.
Los desafíos de la recuperación
A pesar de los avances, la recuperación del Humedal Vaca Sur ha enfrentado numerosos desafíos. Durante décadas, el sector Sur del humedal estuvo relegado, expuesto a ocupaciones irregulares y problemáticas sociales. Las conexiones ilegales de aguas residuales y los puntos críticos de basura siguen siendo una amenaza constante para el ecosistema.
Diana y las integrantes de la Fundación Grupo Banco de Semillas han trabajado incansablemente para cambiar la percepción de los vecinos. “Muchos aún lo ven como un espacio peligroso, lleno de mosquitos y ratas. Nuestra labor ha sido educar sobre los servicios ecosistémicos que brinda el humedal, como la regulación del agua y el control de inundaciones”, nos cuentan Diana y Dora. La mesa territorial, que se reúne mensualmente en el aula ambiental del sector Norte, ha sido clave para la planificación colectiva. Allí, la comunidad discute y acuerda las acciones necesarias para proteger el humedal. Es un espacio donde las voces de los habitantes son escuchadas y donde se construyen soluciones de manera conjunta entre comunidad e instituciones.
Un tesoro en medio de la crisis climática
En el contexto de la crisis climática global, los humedales son más importantes que nunca. Estos ecosistemas actúan como esponjas naturales, absorbiendo el agua en épocas de lluvia y liberándola en tiempos de sequía. También filtran el aire, regulan el clima y ofrecen un refugio para la biodiversidad.
Bogotá ha perdido más del 90% de sus humedales originales, lo que hace que espacios como el Vaca Sur sean esenciales para la conectividad ecológica. “Proteger este humedal no es solo una tarea local; es una acción global. Cada árbol plantado y cada especie que regresa es una victoria en la lucha contra el cambio climático”, afirma Diana.
Un futuro esperanzador
El día 17 de octubre de 2024, se celebra un hito significativo en la historia del Humedal Vaca Sur: el retiro de la última unidad habitacional que ocupaba de manera ilegal el área protegida. Es un triunfo que simboliza años de resistencia comunitaria y trabajo colectivo. El humedal ya no es el terreno desolado de antaño. Ahora es un espacio donde las familias pasean, disfrutan del aire libre y conectan con la naturaleza. La Fundación Grupo Banco de Semillas sigue liderando iniciativas de educación ambiental, invitando a la comunidad a participar en jornadas de siembra y actividades de restauración.
“Aún hay mucho por hacer”, reconoce Dora Villalobos. La lucha por proteger el humedal de futuras amenazas urbanísticas y de la indiferencia institucional no ha terminado. Sin embargo, cada avance es un recordatorio del poder de la acción comunitaria.